miércoles, 3 de enero de 2018

Actualidad andaluza

Juro a ustedes por el cetro del dios Pichimichi que lo que voy a contar es cierto. Aunque comprendería que dudasen, porque en un país normal, algo así sería imposible. Pero recuerden que éste no es un país normal, sino España, un lugar donde todo disparate, por gordo que sea, tiene su asiento, y donde por poner un ejemplo clásico, una ardilla podría cruzar la Península saltando de político mamarracho en político mamarracho sin tocar el suelo. Y en esas estamos. Y esta vez, esos políticos se encuentran en Andalucía. Resulta que cuando los recursos disminuyen, hay que elegir. A eso se le llama gobernar. La encrucijada del PSOE indígena andaluz consiste en salvar los servicios básicos o eliminar la trama clientelar que nutre el poder orgánico y social de Ella. Pero resulta que no hay pasta para ambas cosas. ¿Y qué hace la Junta de Andalucía en estos casos? Entre Dios y Belcebú, confiarse al Maligno, pero argumentando que se trata de una imposición del Altísimo. ¿Quién va a llevarle la contraria a la reina de las marismas ya toda la trama clientelar sociata?. Los datos se camuflan, las evidencias se niegan (para eso existen los argumentarios), la prensa es suya y nadie nadará contracorriente para defender la verdad, esa santísima impertinente. No podemos decir que la propaganda no sea influyente; si no, no se invertirían los recursos (de todos), hurtados a los asuntos esenciales, para difundir el catecismo en la Marisma. Pero, por mucha propaganda que hagan, la realidad se abre paso cuando vas al ambulatorio o llevas a tu hijo al colegio. Los ciudadanos españoles, y en particular los andaluces porque ahora estamos hablando de ellos, perciben que los servicios públicos se han hundido y vinculan las carencias con la autonomía. El logotipo de la Junta está en todos sitios para recordarle al personal quién los cuida (con su dinero). La Reina de las marismas, la conocida como Susana Díaz, afirma que cumple. Pero no con los andaluces, sino con aquellos que, por motivos electorales o personales, gozan de su estima. Si se molestan ustedes en ver algunas de las últimas contrataciones de Canal Sur comprobarán que los heraldos de su ilustrísima reina de las marismas, destinan millones de euros para galas copleras, programas para fomentar el ridículo orgullo patriótico, encantadoras galas infantiles y derechos de emisión de películas cuyo coste por minuto (ojo al matiz) sobrepasa los 5.000€ de vellón. El Cola-Cao sigue racionado en los hospitales andaluces y los ancianos se nos mueren en Urgencias. Pero que nadie se atreva a cuestionar los shows folclóricos de La Nuestra. Andalucía es un circo (romano) sin pan. Para esto ganamos hace cuarenta años (agitando banderitas verdiblancas) la autonomía, para que la reina de las marisma y antes otros chorizos y ladrones ilustres, hagan lo que han hecho, dejar Andalucía hundida. Por eso, déjame que te cuente. 

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