domingo, 26 de febrero de 2012

¿Para qué tantos liberados?

Existe un país al sur de Europa donde no existe un monumento al sinvergüenza desconocido, porque aquí los conocemos a todos. Un país con mucho sol, mucha paella, mucha sangría, muchos golfos por metro cuadrado, muchos cuentistas que sólo saben vivir de las subvenciones que el gobierno les atiza, más que en ningún país de nuestro entorno. Ese entorno al que tanto les gusta fijarse a nuestros mandatarios y sindicalistas, (no se rían por dios, en España todavía existen esos parásitos sociales aunque ustedes casi no los vean) cuando tienen que decir algo que les conviene, como por ejemplo subida de impuestos, pero que no les interesa mencionar cuando va en su contra, como por ejemplo subir los sueldos o que los sindicatos vivan del dinero que les ingresan sus afiliados. Por ejemplo.
Les cuento todo esto, porque hace unos días estaba desayunando en el bar de mi amigo Pacorro, cuando leí en un periódico de tirada nacional la siguiente noticia: “Los 10.000 liberados sindicales nos cuestan 500M de € al año”. Toma del frasco Carrasco.
Dice nos cuestan, es decir, que pagamos “casi” (ojo al matiz) todos los españoles, trabajes o estés en el paro. ¿Por qué se iban a fijar nuestros sindicalistas en los sindicatos de los países de nuestro entorno cuando a ellos les va de puta madre con el sistema español?, yo también lo haría si viviera del cuento como ellos y me pagaran por tocarme las pelotas un día sí, otro también. ¿Lo harían ustedes?, yo creo que sí, entonces ¿para qué complicarse la vida cambiando las normas para hacerlas igual que en los países de nuestro entorno si este sistema de tontos, huy perdón, de legislación les va al pelo a los sindicatos?.
En la manifestación del 19F los sindicatos no lograron ni movilizar al 23% de sus afiliados. El lema (según un periódico de tirada nacional) después de esta pantomima manifestera fue: “Ahora, a tomar cervezas”.
Por otro lado, el baile de los números es evidente y dependiendo de la ideología de cada medio de comunicación es un fracaso o un éxito, así tenemos: para unos la asistencia fue de una decena de miles, para otros de un millón y medio, (dicho por los sindicatos) en toda España, para otros la participación no llega al 23% de los afiliados, y así hasta el infinito y mucho más. La pregunta que surge no puede ser más obvia, ¿a qué cantidad hacemos caso?.
El problema que veo yo, es que en estos años atrás, a los sindicatos se les ha ido dando cosas en cuanto las pedía, a cambio de no mover sus enormes culos de sus sillones, y de ahí nacen también la cantidad enorme de liberados sindicales que hay en este país. Yo en mi ciudad los veo hacer cosas en sus horas de sindicalistas que nada tienen que ver con el sindicato, como por ejemplo ir a los supermercados a hacer la compra, y por supuesto llevando buenos coches de alta gama para ir a esos supermercados. Cuando ha habido bonanza y todo el mundo disponía de pasta para vivir holgadamente, nadie se ha preocupado de estas cuestiones, asumíamos que los sindicatos estaban ahí pues porque tenían que estar, pero ahora que la cosa está muy complicada, vemos a estos personajes como lo que son, unos parásitos sociales que sólo sirven para vivir del cuento y para seguir viviendo con un estatus social que más de un trabajador quisiera. Porque seamos realistas, a ellos la crisis ni puf ni paf, como estamos viendo últimamente.
Le pediría al gobierno y a los sindicatos si tuvieran un poco de vergüenza, que dejaran de cobrar de nuestros impuestos las subvenciones astronómicas para ellos seguir trincando pasta por estar sentados en sus oficinas, ya que ahora con los pocos trabajadores que hay y la nueva reforma laboral, los liberados sindicales y casi si me apuran los sindicatos ya no tienen razón de ser. Podían usar esa fórmula que aplica el gobierno cuando nos suben los impuestos, “es de forma temporal, es decir, durante 2 años”. Pues ellos podía hacer igual y desaparecer y dejar de cobrar de forma temporal esas subvenciones que tanto trabajo nos cuesta a los españoles conseguir con nuestro trabajo, mientras que vemos que un día sí y otro también, los sindicalistas ganan sueldazos increíbles, tienen coche oficial con conductor y encima cobran por estar en consejos de administración de grandes corporaciones. Pero como he dicho antes, para hacer esto hay que tener un poco de vergüenza, y estos personajes no tienen ni de la barata, que ya es decir. Es lo que hay, maikel naig. Porca miseria. Por eso, déjame que te cuente

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