Para los de siempre

“LOS BENEFICIOS SON PARA LAS EMPRESAS”. Así de contundente se han expresado fuentes de Competencia con el tema de los contadores digitales que el ministerio de Industria ha impuesto a las eléctricas. Yo lo entiendo, deben de beneficiarlas a ellas, porque si no no podrían pagar a Felipe González como consejero de Gas Natural Fenosa y a José María Aznar como consejero de Endesa, por ejemplo. Yo ya lo tengo hace por lo menos 6 meses, y yo todavía no disfruto de las teóricas ventajas que impulsaban en el cambio de los mismos: el conocimiento del gasto al instante y la personalización de la tarifa. Los contadores digitales se han convertido en una fuente de ingresos abultadísima para las eléctricas ladronas y ahora para más inri, el magnífico analfabeto que tenemos como ministro de Industria quiere que paguemos la luz incluso hora a hora. Pero vamos a ver, ¿eso es posible?. Ya les he dicho antes que yo todavía no disfruto de las ventajas de mi contador, sin embargo la compañía eléctrica que me lo tiene alquilado me va cobrando entre 170 y 200€ al mes haciendo el mismo uso de la luz que hacía antes con el contador analógico. ¿Cómo es eso?¿dónde está el ahorro?. 

El ahorro está como siempre para las eléctricas, ya que estos contadores digitales al estar telemenandados prescinden del personal que iba pasando lectura casa por casa, y es en ese apartado en donde las eléctricas están también obteniendo beneficios, ya que al no pagar sueldos ni seguridad social, pues eso que se ahorran y tienen más para repartir entre accionistas de la compañía. Un plan muy simple, pero eficaz. Yo no sé a qué espera el ministro de Industria para acometer ya una reforma del sector eléctrico de verdad, y liberalizar el sector de verdad igual que está el de las telecomunicaciones. ¿Miedo?, seguramente será eso, ya que el lobbing de este sector debe de ser increíblemente fuerte para que ningún ministro de ningún gobierno que ha mandado y manda hasta ahora en este ministerio, haya sido capaz de hacer nada. Mientras los paganos somos los de siempre, los ciudadanos. Ya no sé de qué me extraño. Por eso, déjame que te cuente.