jueves, 11 de noviembre de 2021

El dilema

Me cuentan mis amigos catalanes que para comprender la deriva hay que vivirla. Yo los creo a pies juntillas pues solo las menciones periodísticas, artículos y reportajes a los que tenemos acceso los foráneos del “pruces” pues nos hace que nos creemos una idea genérica sobre la realidad paralela que allí se produce. La situación que la misma sociedad se impone a si misma seguramente o no dependiendo de lo contaminado que se esté, provoca según me cuentan la reacción de hacer caso omiso al asunto pese a que se sufre en silencio a diario o la contraria, es decir, la de visibilizar de continuo el atropello y con ello condicionarse la vida en el sin vivir de la denuncia constante. El conflicto enquistado parece que al final se reduce a un mero enfrentamiento histórico entre los papanatas que se inventan su propia Historia y aquellos que indudablemente con más luces, se niegan a aceptar la estupidez como forma de Gobierno. El problema consiste en que entre una cosa y la otra, la desidia y el aburrimiento provocado por los años y la mezquindad de la política aplicada por desarrapados ajenos al problema en sí mismo, pero con recursos para traicionar no solo a sus colocados sino a todo el grueso social que lo acompañaba, ha degenerado de tal manera que la masa descontenta se da por amortizada. Y decía que mientras que la lucha sigue y sigue, el entramado separatista riega de fondos del estado y propios, a diestro y siniestro provocando situaciones surrealistas pues el objeto de todo político separatista catalán debiera ser el logro de su objetivo primordial y este no puede ser otro que lograr romper con el resto de España políticamente y solo de esta manera. Sin embargo, los políticos secesionistas se escudan en sus ideologías para tratar de amortiguar el golpe que genera la vergüenza en si misma de ser en definitiva unos meros cuatreros, y por eso se disfrazan de progresistas tan de moda en nuestro país para de esta manera conseguir el blanqueamiento de toda esta ralea a nivel nacional. Hace pocas jornadas pudimos ver a todo un referente de los tiempos del plomo; Arnaldo Otegui hablando del cambio climático y haciendo una defensa ardiente y fervorosa de la causa en defensa del planeta. Y claro, escuchando sus argumentos no me podía quitar de la cabeza las imágenes horribles que su causa ha provocado. Miles y miles de personas han quedado marcadas para siempre pese a la desmemoria histórica que se pretende instaurar desde el Ministerio de educación, dando sus frutos a marchas forzadas gracias a los niveles más bajos jamás conocidos de eficacia en la docencia española. Este precio enorme que la sociedad española no puede olvidar jamás, debiera ser reclamado diariamente y las responsabilidades de los autores hoy ensalzados unido a la felonía de aquellos que en beneficio propio tratan de blanquearlos minimizando sus actos indignos ajenos a la condición humana, necesariamente debería marcarlos para siempre al menos para no representar nunca más a nadie en ninguna institución pública. España, año 2021. Por eso, déjame que te cuente.

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