Dinamitando a la pareja

La corrupción en política, aparte de hacer aflorar a los mangantes públicos, sirve también para romper parejas. Si queridos blogueros, como lo leen. Y si no atentos a este titular que me zampe los otros días mientras desayunaba en el bar de mi amigo Pacorro. EL titular decía lo siguiente: “PABLO IGLESIAS Y TANIA SANCHEZ SE SEPARAN, ¿SE ACABÓ EL AMOR O ESTRATEGIA POLÍTICA?. Dada la discreción de la que ha presumido la pareja, que hasta la fecha ha querido mantener su idilio al margen de todas las entrevistas políticas, ¿por qué ahora tanto bombo sobre una posible ruptura?. Algunos creen que más que de un distanciamiento definitivo entre ellos, se podría tratar de una meditada estrategia que pasa por desmarcar a Iglesias de los recientes escándalos de corrupción en los que Tania se ha visto salpicada en los últimos días para no hacerle perder escaños en las próximas elecciones. 

Pablo Iglesias y Tania Sánchez han protagonizado una relación con altibajos. El año pasado la pareja ya superó una crisis sentimental motivada en parte por la nueva relevancia mediática que ambos habían adquirido tras el auge de Podemos. Si es así, es una estrategia bien pensada, porque la posible corrupta, es decir, la ahora ex novia del dirigente se separa de él para no perjudicarle y luego cuando sea algo en el panorama político español, pues vuelven a verse en Bruselas o en Ávila en donde Pablo Iglesias tiene una casa de campo y ya está, es decir, asunto terminado, estrategia llevada a buen puerto y a cobrar y a vivir que son dos días, vida mía. 

Hay que ver lo que piensa esta gente cuando se trata de su bienestar. Si lo hicieran lo mismo, pero pensando en los ciudadanos, en España no existiría ni crisis ni nada por el estilo, porque estarían pensando en solucionar los problemas de los ciudadanos. Pero porque sólo piensan en solucionar sus problemas, pues así nos va al resto de los españoles, de mal en peor. Es lo que hay, Maikel Naig. Por eso, déjame que te cuente.